El crecimiento económico experimentado por Cataluña en el siglo XVIII, gracias al comercio y a las primeras actividades industriales, comportó un incremento de la población y la construcción de casas de nueva planta. La fabricación de los muebles que debían llenar los diferentes rincones de estas nuevas viviendas es un ejemplo de la creatividad y el buen nivel al que llegaron los artesanos de la madera en todo el país. Como objeto práctico de uso cotidiano, pero también como símbolos de estatus social, los muebles del siglo XVIII muestran de manera diáfana el sentir de aquella sociedad. De ello hablaremos con Josep M. Solé i Sabaté, historiador, y Mónica Piera, doctora en Historia del Arte i cofundadora de la Asociación para el Estudio del Mueble